8 de Junio de 2011
La mañana era gris y lluviosa, pero la temperatura ambiental era más de verano que de primavera. Pensé que llegaría demasiado pronto. Aún no eran ni las once. Pero me equivocaba. Frente a los juzgados ya había casi una cincuentena de personas y, desde la distancia, ya sabía que eran de los nuestros porque las camisetas azules dominaban. Una vez superé la estatua de Rafael de Casanovas, empecé a reconocer caras. De la mayoría solo reconocía eso, la cara, porque no los conocía más que de vista, pero era suficiente para saberme en territorio amigo. Nuestra batalla era prestar apoyo a Marcos y aquello olía a victoria. Sí, porque sólo había cuatro horas de huelga y la mayoría del personal aún no las había iniciado. Los madrugadores solo podían ser personal fuera de su jornada laboral y algunos delegados sindicales.
Una vez se superaron las 11 horas, poco a poco, empezó a llegar gente, pero la llovizna, que hasta entonces solo había sido un azar de gotitas casuales, empezó mojar ligeramente cuanto tocaba. Algunos abrieron sus paraguas, pero bajo ellos se vertían animadas sonrisas que daban un aire victorioso a la cita. Así que el cielo se había equivocado de traje al vestirse de entierro. Pronto superamos el centenar y ya pude saludar a gente de todas partes.
Alguien me comento que en nuestro departamento, el mismo de Marcos, la empresa había puesto unos servicios mínimos exagerados. En especial al turno de mañana. Al parecer RR.HH. al tener atrapados al 60% de Macrolán pensaba que nuestro compañero estaría solo. Lo único que consiguieron dejar claro era su voluntad de atentar contra el derecho de huelga. Pues es obvio que los servicios mínimos son eso… mínimos, y sólo atenderían lo que estaba establecido como tal, por mucho que algún jefecillo con ganas de verse ante un tribunal fuese a presionar para intentar que se realizara la misma labor que en un día normal ¡Lamentable y abusivo! Pero a un tiempo se puede extraer una conclusión positiva de estos hechos, y es el temor que ha crecido entre la dirección de la empresa y que demuestra que somos un imprevisto para ellos y no tienen tan claro como va a acabar todo esto. Por primera vez ven peligrar sus cargos e incluso es posible que teman la posibilidad de acabar entre rejas por algo que… ellos sabrán.
En aquellos momentos también fue tema de conversación el Flash Mob que el día anterior habían realizado los compañeros de Valencia, con el apoyo, como no, del movimiento 15M. Algo se respira en el aire que se está extendiendo por todos los rincones y se parece a un grito… no, a una convicción que dice: “¡Justicia y libertad!”.
No sé muy bien qué hora era, pero estaría entre las once y cuarto y las once y veinte, cuando apareció Marcos acompañado de varios compañeros y, claro, fuimos a saludarlo. Se le vio muy contento de vernos. Éramos ya entonces más de doscientos. Cuando subió la escalinata de acceso a los juzgados lo despedimos al grito de “¡Readmisión despedidos!”. Y él se fue saludando y esperamos que alegre y convencido de su suerte. Dentro la ruleta rusa que supone el mecanismo de la judicatura, esperamos que también escuchara nuestras voces y se curara de su conveniente ceguera.
Poco después, con el tramo de calle a tope, los compañeros de “Sí, soy rentable” montaron la paradeta. Esta vez sí que parecía haber camisetas y capuchas para todos, así que, poco a poco, la masa era más azul, sobre todo cuando la lluvia descansaba y se cerraban todos los paraguas.
El tiempo, ahora, podía ser largo hasta las 13h en que se rodaría el FlashMob. Tampoco era pensable que Marcos saliera del juicio antes de esa hora. Así que la larga cola ante la paradeta, los comentarios de los corros y alguna que otra visita a los bares de la zona para tomar un café, eran el único movimiento. Por eso fue casi de agradecer cuando dos Mossos d’escuadra se acercaron a la paradeta para pedir que la separaran un metro de la fachada del edificio por cuestiones de seguridad. Nadie perdió de vista a los agentes que sudaban copiosamente esgrimiendo una forzadísima sonrisa y una más que artificial amabilidad. Después de los hechos de plaza Catalunya todo lo que hacen los números de este cuerpo es mirado con lupa. No es de extrañar que en otro momento escucháramos en una conversación entre otros dos agentes, críticas lastimeras al Conseller de interior que los había puesto en el disparadero.
De vez en cuando alguien aplaudía o daba algún grito reivindicativo y otros le seguían, pero sobre las doce y cuarto se dio un momento entrañable. Un autobús se detuvo a nuestro lado y empezó a tocar la bocina mientras su conductor nos saludaba. A continuación otro autobús de otra línea hizo lo mismo y mientras las bocinas de taxis, camionetas de reparto, camiones y hasta alguna moto, se extendían entre saludos, aún prestó su apoyo otro autobús más. Y las bocinas fueron acompañadas de nuestros aplausos. Aquello insufló nuevos ánimos a nuestros corazones y un aurea de alegría se mantuvo en aquel tramo de calle durante las siguientes horas. Se escucharon más bocinas y saludos más tarde, pero ya no tuvieron la fuerza ni la oportunidad de aquel instante.
Conforme se acercaba la hora dl Flash Mob aún iba llegando más gente, pero mi situación familiar me obligo a marchar poco antes, con tristeza por no estar, pero con el convencimiento de que sería un gran éxito: nunca tantas camisetas azules se habrían enfrentado a la negra figura de Dark Vader.
La imagen de Marcos entrando en los juzgados con todos nosotros despidiéndolo la he tomado de Facebook. Colgada por Diana Dix. Se la he tomado prestada sin pedirle permiso, espero que no le importe.
Pues , lo siento , pero lo que vino a continuación , para mí por lo menos , fue mucho más emotivo. Después de la flashmob el grito de " despedidos readmisión " retumbó en toda la calle . Y la salida de Marcos fue otro momento de encogimiento del corazón. Deberíamos estar casi toda la plantilla allí. No fue así , pero los que estuvimos allí , arrimamos el hombro todo lo que podimos. Torres. Marcos Readmisión.
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