Manual de supervivencia respecto al artículo 52d.

Manual de supervivencia respecto al artículo 52d.

Nadie está a salvo de la enfermedad. Aún recuerdo un familiar mío que estuvo sano toda su vida. Tan solo tuvo que guardar cama dos veces. La primera después de su primera comunión por unas anginas que le fueron extirpadas. La segunda por un accidente de carro a los dieciocho. Murió repentinamente poco después de cumplir los 50. Sin duda el más sano… del cementerio.

Como la enfermedad es algo ineludible, salvo para ejemplares como el expuesto, de entrada propongo tragar saliva y tirar “p'alante”. Después de  todo, según RR.HH. ir a trabajar con paludismo, fiebre hemorrágica, cólicos nefríticos, migrañas, lepra, peste bubónica o simples diarreas convulsivas, no tiene que suponer ningún problema. Bueno, en el caso de la lepra, cuando ya se te cae una pierna, la cosa se complica, porque muy pocos edificios están verdaderamente habilitados para acceder  en sillas de ruedas.

En el desgraciado caso de que la gripe G de turno, con una fiebre de 45ºC, os obligue a coger la baja, tenéis que coger al doctor por la entrepierna y decirle suavemente y mirándole a los ojos:

-Doctor, no se le ocurra darme el alta antes de los 21 días.

Evitar toserle profusamente en la cara a no ser que ya llevéis 17 días de baja,  porque el periodo de incubación es de 4 días y no conviene tener que hacer el mismo esfuerzo con el médico suplente.

Ya sé que el servicio médico os llamará para intentar ayudar en vuestra recuperación (y en la de su puta madre), pero como su presionante ayuda sólo se produce vía telefónica, toser profusamente al micrófono (limpiarlo con alcohol después, que la familia no tiene la culpa) y emplazarlos a que vengan a veros (que va a ser que no). Finalmente acudirán a vosotros los amigos de la mutua empresarial. Pues nada, retrasar la visita hasta después del día 21, sonreír y decir aquello de… “bueno, tengo visita con el médico de cabecera pasado mañana y voy a pedir el alta, aunque tengo un dolor en esta parte de aquí que…”

Recordad que la sinceridad y el querer hacer las cosas como Dios manda solo pueden hacer que os apliquen el 52d como a los compañeros y no debemos quedar despedidos ninguno más hasta que logremos sus readmisiones.

Respecto a las bajas de larga duración, recordad que si no tenéis garantía de que la SS se haga cargo de una larga enfermedad definitiva (cosa que va a ser que no, que ahora no te dan la larga enfermedad ni habiendo perdido las cuatro extremidades, seguramente piensan que aún puedes trabajar con el apéndice nasal), debéis procuraros un alta forzada poco antes de que se os acaben los seis meses, de lo contrario la empresa verá una oportunidad preciosa para dejaros en el limbo mediante la utilización de ese servicio médico siempre dispuesto a ayudar.

En el caso de que caigáis en las garras del tribunal de la seguridad social, que en su afán por ahorrar dinero al estado para salvar bancos, os dirá que no, volved directamente al trabajo sin pasar por el servicio médico de la compañía. De todas formas, si veis que el citado momento se acerca acudid a un abogado especializado, él os aconsejará mejor sobre cómo evitar las trampas que ha creado la empresa para deshacerse de los empleados y mandarlos a la miseria.

Por último, y esto va dedicado más a encargados, coordinadores y demás personal responsable con conciencia, no hagáis partes de pequeñas cuestiones. Hay que intentar lavar la ropa sucia en casa, porque si la cosa traspasa esos límites, en lugar de la típica sanción disciplinaria, que a veces correspondía y a veces no, ahora la empresa despide directamente al empleado. Ya se sabe que en un juicio no amañado (que los juicios amañados no existe, como tampoco existen las meigas) se declarará el despido improcedente, pero como la empresa no aceptará su readmisión, este cobrará más, como tal despido improcedente, pero se quedará en la puta calle, y el inductor, si realmente tiene conciencia, se quedará con la boca abierta y un sentimiento de culpabilidad tremendo ante la terrible canallada.

Bueno seguir estos consejos no tiene que ser muy difícil, pero más os vale seguirlos. Por lo menos mientras nuestros sindicatos sigan enfrascados en sus peleas electorales… y según quien salga, también después.